ANTISEDUCTOR RESPONDE: En realidad, el molestar no depende de si quien molesta es feo, guapo, pesado o agradable. Molestar está siempre fuera de nosotros: nosotros molestamos a alguien, y esa molestia, esa sensación, la tiene la otra persona. Tú no puedes saber a priori (cuando intentas hacer que una desconocida deje de serlo, por ejemplo) si vas a molestar a alguien o no.
Lo que sí puede depender de una actitud nuestra es el no molestar. Si haces todo lo posible por evitar situaciones violentas, si prestas atención a las reacciones de ellas, si te paras un poco a pesar, si dejas de hacer cosas que ya te han dicho tus amigas que pueden ser chungas, si lees artículos y te enteras de que pedir un número de teléfono en una biblioteca donde la gente va a estudiar puede incomodar… ahí es muy probable que sí que estés dejando de molestar. Esa es nuestra meta. No es que tengamos que hacer ciertas cosas para no molestar, sino que tenemos que dejar de hacer cosas para asegurarnos de no molestar.
Retomemos el ejemplo de tu amiga: el chaval ese, que era PESADO y FEO, no sabía si iba a molestar o no, porque la única persona que sabe si está siendo molestada es, precisamente, la persona que está siendo molestada. Se la jugó y molestó. Es lo que tiene, si lo intentas puedes liarla. Si no lo hubiese intentado, sin embargo, se habría asegurado de no cagarla al cien por cien. Por otro lado, me gusta que tu amiga dijese que, si le hubiese hablado un tipo guapo, «pues no sería TAN pesado». Atención a ese «tan»: de hecho, seguiría siendo pesado. ¿Te das cuenta? Podría haberle ido un guaperas muy brasas y ella habría dicho «qué pesado». Imaginando otro escenario, podría ser que un pesado atractivo le hubiese dado la vara y ella se hubiese ido con él a tomarse otra copa. ¿Y qué? Es su vida. Es su autonomía, es su deseo, es su decisión. No hay mucho más que hablar.
A veces pasa que las chicas que nos gustan deciden irse con tíos que no se parecen a nosotros. A veces, además, no solo no se parecen a nosotros, sino que nos parecen mucho peores, más chungos, más cabrones, menos inteligentes, menos simpáticos, menos interesantes… Ya sabes, eso de que las tías siempre prefieren a un cabrón antes que a un buen tío como tú (y como yo). Es imperativo aceptar que estas cosas pasan y que nuestro criterio respecto a qué deberían querer las mujeres es irrelevante por dos razones: para empezar es SU criterio. No tenemos nada que hacer ahí. Por otro lado, nuestra percepción está sesgada y es posible que 1. ese tío no sea tan chungo, tan cabrón o tan tonto y que 2. tal vez lo seamos nosotros, aunque no nos demos cuenta porque nos tenemos en muy alta estima.
Las personas y, en este caso, las mujeres a las que les entran los pesados en bares (no como grupo homogéneo, sino como individuas) tienen su propio deseo (o no lo tienen, depende) y su propio criterio (que nos puede gustar o no, que puede ser más o menos problemático o no) y ahí no tenemos nada que decir nosotros. Olvídate. Del mismo modo, tu amiga no habla por todas las mujeres del mundo, apúntate esto a FUEGO. Que a tu amiga le parezca OK que un tío guapo le de la vara no quiere decir que todas las tías que vayas a conocer te van a rechazar por feo y no por otra razón, como tampoco significa que es imposible que un guaperas no moleste. No te ralles, tío, eso no es así. Molestar no depende del físico sino de la actitud. Molestar depende de lo que sienta la persona que tenemos delante.
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