Me cago en La Manada

Intentan que comulguemos con ruedas de molino, pero no lo van a conseguir.

Tratan de hacernos creer que es normal.

Que es normal que cinco tíos hechos y derechos, alguno de ellos currando en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, mantengan relaciones sexuales en un portal con una chica 10 años más joven que va borracha mientras la graban en vídeo, vídeos que luego mandaron a sus colegas para echarse unas risas.

Y no es normal.

No es normal, y lo sabemos.

Las relaciones sexuales esporádicas entre dos o más personas que deciden mantenerlas no son así.

No se graban vídeos para luego compartirlos sin que lo sepa la otra persona.

No acaban dejándola a ella tirada en un portal después de follar porque «ah, no sé, no dijo nada, nosotros nos íbamos».

Las relaciones sexuales esporádicas entre dos o más personas que deciden mantenerlas no acaban con una parte robándole el móvil a la otra.

¿Os estáis escuchando?

Mantener relaciones sexuales, grabarlo y compartirlo con los amigos, dejarla tirada, robarle el móvil.

¿Os estáis escuchando? ¿Cómo va a ser eso normal?

Yo lo sé, tú lo sabes. Tu colega el que manda memes de mierda por el grupo de Whatsapp a lo mejor no lo ha pensado fríamente, pero si le diese una vuelta también vería que es un poco raro todo esto.

Creo que es importante que los hombres que nos damos cuenta de que esto no tiene sentido, aquellos que nunca hemos hecho nada remotamente parecido, nos plantemos y lo digamos en alto:

LO DE LA MANADA NO ES NORMAL.

Y creo que es importante que se note que pensamos así.

No tanto para que ellas se sientan arropadas y sepan que nosotros sí las creemos, que también, sino para que otros hombres se enteren, se den por aludidos y lo reflexionen, y se den cuenta de que no tiene ni pies de cabeza.

Condenar a La Manada

Yo condeno todo esto. Yo condeno a La Manda.

No hablo de que nosotros tengamos que condenarles, no en el sentido jurídico, al menos.

No somos jueces (yo, al menos, no lo soy). No somos la Fiscalía, no somos la acusación particular y POR SUPUESTO QUE NO SOMOS LA DEFENSA.

Yo condeno a La Manada, sí, en su tercera acepción:

condenar.

Del lat. condemnāre.

1. tr. Dicho de un juez: Pronunciar sentencia, imponiendo al reo la pena correspondiente o dictando en juicio civil, o en otras jurisdicciones, fallo que no se limite a absolver de la demanda.

2. tr. Forzar a alguien a hacer algo penoso. La condenaron a no salir y a no andar.

3. tr. Reprobar algo que se tiene por malo, como un hecho o una conducta. Condenar un crimen, un atentado.

4. tr. Tabicar una habitación o incomunicarla con las demás, teniéndola siempre cerrada.

5. tr. Cerrar permanentemente o tapiar un lugar de paso, como una puerta, una ventana o un pasadizo.

6. tr. Echar a perder algo. Condenar un traje.

7. tr. Molestar, irritar, exasperar. U. t. c. prnl.

8. tr. Dicho de una cosa: Conducir a alguien inevitablemente a una situación no deseada. La vida sedentaria condena a mucha gente a la obesidad.

9. prnl. Culparse a sí mismo, confesarse culpado.

10. prnl. En el catolicismo, incurrir en la pena eterna.

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Y pase lo que pase, seguiré condenando estas actitudes vomitivas que tratan de vendernos como «habituales», «normales», «los chicos son así», «iba borracha, ¿qué esperabas?» «¿Pero viste cómo vestía?» «¿Por qué se metió en el portal con ellos?»

Pase lo que pase, es que me da igual: repito que yo no soy juez. Solo soy un tío al que repugna nada más que pensar en que hay gente haciendo estas brutalidades por el mundo, en mi país, en una noche de fiesta.

No creer a las mujeres: enésimo capítulo

Hoy, por cierto, se estrena la segunda temporada de El cuento de la criada, la distopía que escribió Margaret Atwood en los años 80 y que ahora es una serie de televisión.

En esta novela y esta serie, se retrata una sociedad donde las mujeres pierden su libertad y pasan a estar completamente supeditadas a los hombres en función de qué pueden aportarle a los hombres.

Algunas de las mujeres de esta distopía «solo» valen para tener hijos. Otras, para ejercer como esposas. Otras, para dispensar sexo. En todos los casos, no son ellas las que deciden, y sus voces no pueden oírse, muchas veces porque ni siquiera salen de su boca.

¿Os suena?

Si cuando yo voy a denunciar el robo de mi móvil nadie me pregunta qué llevaba puesto o si le dije al ladrón que «no quiero que te lo lleves», ¿por qué se duda de que una mujer enfrentada a cinco hombres tenga miedo de decir «no quiero hacer esto»?

LO DE LA MANADA NO ES NORMAL.

 

 

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