Crónica del taller de «ligue no invasivo» de la OpenCon Madrid. Firma invitada: Comandante Vimes

El Comandante Vimes, autor del blog Así habló Cicerón, ha tenido la bondad de regalarnos esta crónica sobre un taller de «ligue no invasivo» al que tuvo la suerte (buena o mala, cuando leáis el post sabréis la respuesta) de asistir. Por su interés en relación a los temas que se tratan en Antiseductor, la publicamos a continuación.

El otro día estuve en la OpenCon, una convención de poliamor. Se trataba de la edición madrileña (castellana más bien, porque se terminó celebrando en Ávila) de un evento de origen británico que también se hace en Cataluña. Durante dos días, desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la noche, la gente se relaciona, charla de poliamor o de lo que quiera y se lo pasa bien. La organización se limita a poner el espacio: los talleres son autogestionados. Hay un tablón de sugerencias, donde la gente pide qué quiere que se haga y, si alguien se anima a montarlo, lo coloca en un horario gigante que hay en la entrada.

El sábado una de las asistentes colocó en el tablón de sugerencias un post-it donde pedía un taller de “ligue no invasivo”. A las pocas horas había otro pidiendo lo mismo, en el original habían pintado varios tics para indicar que también querían y yo mismo puse un “por favor” al lado. Yo lo hice porque me imaginé que un coloquio sobre ese tema podría ser interesante para al menos dos grupos de personas:

  • Mujeres que quieren romper con el rol pasivo que se les impone pero no tienen ni idea de cómo hacerlo.
  • Hombres que sentimos asco hacia la forma normativa de ligar (de las cuales los PUA son el extremo) pero que tampoco sabemos cómo flirtear sin resultar incómodos.

En definitiva, se trata de construir una nueva forma de ligar que rompa con el paradigma de la “seducción” que tan fácilmente desemboca en el acoso. La crítica a ese modelo había ido ya saliendo en otros eventos. Por ejemplo, en otro taller hubo una persona que contó que un conocido suyo decía que una mujer le tenía que decir que no “tres veces, como san Pedro” para que la dejara en paz. Esto es lo que fomentan los “artistas de la seducción” y esto es en lo que no queremos caer.

Así que, en cuanto alguien colgó un post-it con este coloquio en el horario, me dije que tenía que ir.

Una de las cosas que más curiosas me resultaron fue que, pese a que la idea había partido de varias compañeras, sólo una mujer asistió al evento. El resto, hasta un total de 10 (no fue un acto muy concurrido, en la OpenCon había 70 personas) éramos varones. Probablemente el hecho de que el convocante se hubiera distinguido desde el primer día por ciertas opiniones fuera de tono –por ejemplo, rechazando la necesidad de talleres no mixtos– influyó en esta escasa asistencia de mujeres.

La persona que había convocado el evento intervino para decir que había visto la necesidad de un acto así y como él creía que sabía ligar de forma no invasiva, había decidido montarlo. Empezó hablando de maneras de iniciar una interacción sin molestar, y propuso la siguiente: aproximarse desde atrás a una mujer y rodearle la cintura con el brazo para llamar su atención. Eso no podía hacerse con desconocidas sino con mujeres a las que se conociera poco: puso el ejemplo de la propia Opencon como sitio para hacerlo.

La reacción del resto de participantes fue unánime: le señalamos que de hecho ese acto es tremendamente invasivo y le sugerimos que, para llamar la atención de alguien, le diga algo o le dé un toquecito en el hombro. Flipó. De verdad era la primera vez que se planteaba que aquello fuera invasivo o molesto, y se le llegó a escapar un “así no vais a ligar en la vida”. No lo entendía, y esto es un problema grave. Repetimos: se trataba de una persona que no sólo creía que sabía ligar sin molestar sino que se había animado a enseñar a otros a hacerlo. Al menos después de que se le corrigiera dejó de intentar conducir el evento y se limitó a intervenir en pie de igualdad con el resto de asistentes.

Probablemente las intervenciones que más me gustaron fueron las de la única mujer que asistió. Fue ella la que nos habló de las bromas de Schrödinger: coñitas sexuales que si la destinataria se toma bien es que iban en serio pero si se las toma mal es que eran broma, mujer, cómo te pones. Tomé nota mental de excluir esas mierdas. Esta misma persona dio un consejo interesante a un compañero que afirmó que a algunas chicas no les gustaba una aproximación directa: tratar de pasar del “nosotros” al “yo” / “tú”, para que ella se sienta más cómoda. El objetivo siempre es poder flirtear en un entorno de consenso.

Recuerdo también una intervención (que, en realidad, creo que fue en otro taller pero está vinculada con esto) de un chaval brasileño que me impactó. Venía a decir que en su país estaba tan institucionalizado el hecho de que una mujer al principio debe decir “no” que si respetas esa negativa y no insistes se enfadan. Al parecer a él le había pasado más de una vez. Sería muy fácil descartar esta anécdota diciendo que Brasil nos queda muy lejos, pero no creo que sea sólo un tema de ese país. En España también hay de eso.

Y es un problema porque, como se trató en la convención, esto es una dinámica viciada desde el principio. Se asume que una mujer debe negarse aunque quiera porque no hacerlo es de zorras. Esto quiere decir que su negativa puede interpretarse como el primer paso del flirteo y, en consecuencia, se puede pasar tranquilamente a darle valor cero en todas y cada una de las ocasiones. Hay toda una cultura sobre que “cuando dicen que no es que quieren decir sí”. No hace falta decir que los autoproclamados “artistas de la seducción” utilizan este concepto, al que han rebautizado como “factor fulana”.

Por desgracia, la verdad es un poco menos halagüeña. Sí, es posible que haya chicas que se nieguen por el qué dirán. No, no eres tú quien debe decidir si ése es el caso. ¿Se está negando por miedo a sentirse juzgada o se está negando porque no quiere tener nada contigo? Es un misterio cuya respuesta nunca sabrás porque, como eres un buen tío, ante una negativa vas a dejar de insistir, ¿verdad?

Pero volvamos a la Opencon. Vengo hablando de relaciones heterosexuales porque en buena medida el taller se planteó en esos términos, pero ¿qué sucede cuando no lo son? Ninguno de los asistentes varones relató experiencias ligando con otros hombres, pero la compañera sí habló de lo que sucede cuando dos mujeres ligan entre sí. Toda la mierda que nos han metido en la cabeza funciona también ahí, así que ¿qué pasa cuando dos personas a las que han enseñado a ser pasivas tratan de ligar la una con la otra? Pues, por desgracia, lo esperable. Esta chica lo definió como una situación en la que las dos se miran las puntas de los zapatos.

Salí del taller con la sensación de que apenas habíamos empezado a arañar el tema. Se diferenció entre consenso y consentimiento, por ejemplo, pero no se habló casi nada más de ese importantísimo tema. Se habló de autoestima, pero hacia el final y casi de pasada. Tampoco se discutieron cosas como sitios apropiados e inapropiados para ligar, maneras de expresar claramente tus deseos sin molestar (un tema que a mí, personalmente, me resulta difícil) y otras muchas cuestiones.

Pero sí hubo algo que quedó claro: el modelo normativo de ligue nos da asco y no genera más que acoso, molestias y confusión. Va tocando renovarlo.

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