Cómo no hablar por una mujer

Antes, no.

Antes, no se podían hacer muchas de las cosas que se pueden hacer ahora.

Antes, había un programa sobre videojuegos. Lo echaban en la 2 a las tantas de la mañana y veías ese o no veías ninguno. No había más opciones. Ahora, nos podemos juntar cuatro colegas y hacer nuestro propio programa sobre videojuegos (o sobre cine, sobre literatura, sobre juegos de rol, sobre música…), subirlo a YouTube y compartirlo con otras personas, afines al tema que tratemos en nuestro programa, siendo plenamente independientes de las televisiones tradicionales (y plegándonos a YouTube, pero ese es otro tema).

Ahora, sí señor, se puede hacer eso.

Una cosa que también se puede hacer, y de hecho se hace, es opinar.

A veces, las opiniones tienen un formato periodístico, lo que llamamos «géneros de opinión», y constituyen algo más allá de la mera opinión que todo hijo de vecino tiene. Un ejemplo de esto pueden ser las tertulias, los debates o la divulgación en formato de entrevista, los documentales o los vídeos de YouTube.

Normalmente, en estos casos que cito, se solicita la opinión de personas que tienen algo que aportar. Eso que se llama una «opinión formada»: suelen ser personas con una cierta experiencia en el campo a tratar, recorrido en el tema, lo han estudiado durante décadas… en fin, ya sabes. En cierto modo, lo que se conoce como «una autoridad en la materia».

Otras veces, por distintos motivos, esto no es exactamente así y tenemos charlas y tertulias con gente que, bueno, hace lo que puede. La mayoría de debates políticos en prime time se parece mucho a esto. En un contexto en el que cualquiera puede enchufarse la webcam y hacerse un vídeo pues, como puedes imaginar, tenemos columnas de opinión que valen lo justo. Na y menos.

A veces también sucede que la persona que opina, teniendo bastante idea del tema que está tratando, no es la más indicada para hacerlo. No por nada: simplemente hay gente que puede aportar más. No hablo aquí de meritocracias extrañas, hablo de cosas tan obvias como, por ejemplo, dejar que sea una persona venezolana la que nos cuente cómo vive en Venezuela, en lugar de dejar que un señor de Burgos que una vez estuvo en Buenos Aires lo haga por ella.

Creo que ya veis dónde quiero ir a parar.

Guía para no hablar por las mujeres

Un par de fotos ilustrativas para contextualizar.

Te puedes ir lejos…

girls arabia saudi

O quedarte un poquito más cerca…

politicos españoles

Pero lo cierto es que es una realidad que se repite, aquí y allí, hace una semana y, con bastante probabilidad, la semana que viene.

¿Quieres ser uno de ellos?

Repito:

¿DE VERDAD quieres ser como uno de esos de ahí arriba?

Ya me parecía a mí.

Sin más dilación, hoy aprenderemos a no ser un canelo y a dejar que hablen las mujeres. Por una vez en la vida, joder, dejar que hablen las mujeres.

1. Valora críticamente tu participación en eventos, ponencias, charlas, vídeos divulgativos o similares.

Cuando digo críticamente, digo CRÍTICAMENTE.

Si eres capaz de decir «creo que no soy la persona más indicada para responder a esta pregunta; debería contestarla una mujer», te invito a que de manera efectiva no respondas a esa pregunta y dejes que la conteste una mujer.

Obviamente, no estoy hablando de casos extremos. Por ejemplo: me parece que está justificado hablar de la cultura, sociedad y religión de la región conocida como MESOPOTAMIA porque, bueno, tampoco quedan muchos mesopotámicos a los que llevar a una charla universitaria. Sin embargo, hay otras ocasiones en las que no es tan complicado encontrar a quien pueda hablar de la situación de los derechos de la mujer siendo, por ejemplo, una mujer.

2. «A ver si ahora no vamos a poder hablar de experiencias ajenas».

¡Pues claro que se puede! ¡Y se hace!

Lo que digo es que se me hace raro que no hayas encontrado a ninguna mujer para hablar de la representación de las mujeres en los videojuegos, porque son más o menos el 50% de la población y, sí, ya hablan de estos temas en sus propios canales en redes sociales, blogs, etc.

Os invito a negaros a participar en charlas o entrevistas donde de manera flagrante se atente contra el principio de «pa qué lo vas a hacer tú si lo puede hacer mejor otra persona».

Si tenéis dudas, siempre le podéis pedir su opinión a alguna mujer que conozcáis (estoy bastante seguro de que conocéis a alguna, incluso los MGTOW conocen) y con la que tengáis confianza. Tened en cuenta que ninguna persona os debe nada, tampoco una respuesta a una pregunta como esta; antes de ser pesaos con alguien con quien no tenéis mucha confianza, mejor no molestéis.

3. ¿Qué hago si un amigo va a participar en algo como esto y me estoy dando cuenta de la cagada?

Si tienes confianza, no te cortes y coméntaselo con franqueza. Por ejemplo, un «pero tío, ¿tú te estás viendo?» podría valer.

Si no tienes tanta confianza, tal vez se lo puedas comentar a algún amigo o conocido en común que pueda hacerse caso de la situación.

4. Busca de forma activa una sustituta para tu intervención.

En Antiseductor nos centramos en las relaciones de los hombres cis heterosexuales con las mujeres, pero como te imaginarás esto que estamos comentando hoy también computa cuando alguien te llama, por ejemplo, para hablar de la situación actual de los vecinos senegaleses de Barcelona (habiendo nacido tú en Granollers).

Como es lógico, hay situaciones y situaciones. ¿Cómo va a hablar una persona detenida en un CIE? Dejo a tu buen juicio identificar en qué momento dar voz a alguien que no tiene es efectivo (porque a ella se le está negando) y en qué momento… bueno, en realidad no estás haciendo nada bueno sino que le estás quitando la oportunidad de hacerlo a esa persona, contribuyendo (aunque creas que estás ayudando) a mantener el statu quo: tú te convertirás en uno más de los cientos, ¡miles! de hombres blancos con estudios superiores que tienen voz y voto. El resto a veces no tiene ni una ni otra.

5. No des charlas. En general.

Esta es gorda, pero la voy a soltar igualmente:

No te limites a evitar charlas o debates de temas que te son ajenos: haz lo mismo con temas que controlas.

No, en serio: ya hay muchos tíos que dan charlas. De todo. De absolutamente todo.

Una cosa que pasa muchas veces es que en grandes eventos con varias charlas acaba habiendo un programa de este tipo:

  • La pesca del arenque en el mar del norte: cartografía del sector.
  • La ciencia tras la pesca del arenque en el mar del norte.
  • La pesca del salmón en el mar del sur, a debate.
  • ¿Es machista la pesca del arenque en el mar del norte?

Curiosamente, es en este último donde se suelen concentrar las mujeres, porque obviamente es un tema que les toca a ellas directamente, pero… ¿y el resto?

Así que, no sé: ¿por qué no llamas a una compañera y tú tranquilamente te echas un café mientras la escuchas en el próximo congreso?

Sé un ejemplo, joder. Que te vean hacerlo, y que lo hagan otros cuando vean que lo haces y entiendan por qué lo haces.

6. ¿Qué saco yo de todo esto?

Bueno, lo primero es que no deberías estar pensando todo el rato en «qué saco yo de todo esto» pero está bien, claudico y te respondo con una lista dentro esta lista.

  • Das la oportunidad de hablar a quien no la tiene.
  • Haces el mundo un poco mejor permitiendo que haya diversidad.
  • NO HACES EL CANELO, que hablar por otras personas es de ser un CANELO.

5 thoughts on “Cómo no hablar por una mujer

  1. Llevo leyendo tu blog un buen rato y, en general, me gusta lo que dices pero muchas veces llega un momento en el que parece que tengo que pedir perdón por ser hombre o que tengo que inhibirme.

    Me apasiona mi trabajo y creo que soy bueno en lo que hago y da la casualidad de que me gusta, tanto la docencia, como compartir mis conocimientos. Colaboro con diversos proyectos de formación y he dado y doy talleres regularmente.
    Entonces, te leo y según esto, resulta que tengo que dar de lado a una parte de mi desarrollo profesional porque hay mujeres que también podrían hacerlo.

    Yo no estoy quitando el puesto a nadie. Ni a una mujer ni a un hombre. Si a mí me llaman para colaborar en un proyecto o dar un taller es por mis aptitudes profesionales y por lo que me lo he trabajado a lo largo de los años. Promovamos y apoyemos proyectos como los que hay en mi sector, el tecnológico, en el que mujeres lideran espacios y charlas en las que las protagonistas y ponentes son ellas. Visibilicemos el trabajo de las capacitadísimas mujeres que hay, hagamos cualquier cosa… pero no me pidas que me inhiba, no me pidas que deje de lado algo que me apasiona y con lo que creo puedo ayudar tanto a mujeres y hombres a formarse y desarrollarse.

    En definitiva, no me pidas que deje ser yo para que otra persona, hombre o mujer pueda ser él o ella. Creo que es no es el camino que debemos recorrer.

    1. ¡Hola, Marc! Gracias por tu comentario.

      La verdad es que no hay nada más lejos de lo que quiero transmitir que «pedir perdón» por ser hombre. No me parece el camino, la verdad.

      Lo que propongo es que los hombres realicemos acciones efectivas que deriven en una igualdad real. El tema es que eso que dices de que si te llaman a ti es por tus capacidades no se cumple siempre. Muchas veces nos llaman a nosotros porque no conocen a compañeras en nuestro mismo campo, o porque ellas están atareadas compaginando vída profesional y vida familiar.

      Una forma de mejorar esto es, efectivamente, proponiendo a mujeres para que den charlas, ponencias o talleres. Obviamente, no te estoy pidiendo que te vayas al paro para ceder tu puesto! Te estoy pidiendo que reflexiones. Tal vez haya charlas que puedas dar tú exactamente igual de bien que una compañera. ¿Por qué, entonces, no dejar que la dé ella?

  2. No entiendo exactamente a qué os referís con que no demos charlas. ¿Estás instando a que los hombres no demos charlas sobre cualquier tema porque ya hay muchos hombres que las dan? Entiendo que sobre el machismo se deje hablar una mujer porque es la que lo sufre a diario, pero de ahí a hacer eso con el resto de temas simplemente porque ya hay muchos hombres que la dan me parece que hay un salto muy grande…

    1. ¡Hola, José Javier! Muchas gracias por tu comentario.

      Efectivamente, creo que el salto es bastante grande pero también es necesario. Creo que sería interesante que pensásemos sobre ello. No es prohibir por ley que los hombres demos charlas sino que, activamente, decidamos que a lo mejor la charla que íbamos a dar nosotros la puede dar una mujer también y que no pasa nada.

      Imagínate esta situación: escribes un libro académico junto a una compañera y a la hora de presentarlo ante una audiencia especializada os dan a elegir. ¿Prestentas tú, presentas ella? ¿Los dos? No pasaría nada si lo presentases tú solamente, ¿verdad? Pues tampoco pasaría nada si lo presentase ella. ¿Por qué no ceder ese espacio, si es posible?

  3. Hola! Excelente artículo. En general me gusta mucho poder leer estos textos y me aportan mucho sobre cómo ser consciente de mis privilegios de hombre blanco y heterosexual y me ayudan a identificar conductas que me gustaría cambiar.

    Si tuviese que poner una pequeña pega, la expresión que utilizas «esta es gorda» pienso que puede ser ofensiva para las personas gordas. Para quien le interese, el colectivo stop gordofobia tiene unos textos muy buenos para reflexionar sobre ese area, y pueden encontrarse googleando su nombre.

    Espero poder seguir leyendo buenos artículos aquí y te agradezco el tiempo que te tomas para contestar los comentarios.

    Un saludo!

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.