Actualizado: 10 de abril de 2016.
¿Cómo empiezo una conversación si ya tengo el número de la chica que me gusta?
Espera, espera. Esta… ¡esta hay que responderla yendo un pasito más atrás!
La pregunta que estás haciendo está bien, pero falta el contexto. Para saber en qué contexto nos encontramos, deberás responder a la pregunta «¿Ha sido ella quien me ha dado su teléfono y me ha dicho que está bien que hablemos por ahí?»
¡Ajá!
¿Eres repartidor de pizzas y te ha gustado tanto la chica a la que le has llevado la cuatro quesos que no puedes evitar (no me lo creo) ponerte en contacto con ella? ¿Eres mensaka y no te vas a poder quitar de la cabeza (no me lo creo) a la chavala a la que le has acercado el último paquete? ¿Eres taxista, te han contratado usando un servicio telemático, has llevado a una clienta a su casa y ahora te estás planteando invitarla a tomar un café? ¿Tienes su número porque te lo ha facilitado tu empresa? Bueno, pues entonces está claro: no te pongas en contacto con ella. Bajo ningún concepto.
Hoy publico este post porque una chica ha denunciado en tuiter exactamente esto: un empleado de una empresa de mensajería le ha metido ficha «de buenro» después de haber sacado su número de la base de datos:
Tú sabes que no eres peligroso. ELLA NO.
Por un momento, vamos a ponernos en el lugar del pizzero-mensajero-taxista.
Eres un desconocido que sabe dónde vive una chica y te has puesto en contacto con ella sin que ella te dé su permiso.
Ya, ya sé. No eres un tío peligroso, nunca le has hecho daño ni a una mosca y lo único que estás haciendo es probar, porque «el ‘no’ ya lo tienes«, a ver si le apetece que os conozcáis. No vas de malas ni eres un asesino ni un violador ni nada por el estilo, simplemente te ha parecido que era mejor intentarlo que no intentarlo (me estoy poniendo en el best case scenario, sí).
Bueno, pues resulta que (agárrate al sillón) tu intencionalidad en todo esto es irrelevante desde el punto de vista de quien se encuentra con que, repetimos, un desconocido que sabe dónde vive está poniéndose en contacto con ella. Ella no tiene absolutamente ninguna certeza de que tú, efectivamente, seas un buen chaval que solo quiere ir a tomar algo. Ninguna. Solo sabe que sabes dónde vive.
Por supuesto, no eres el primero que ha hecho esto. Algunos de los más listos de los cojones que han traspasado la línea que separa lo chungo de lo horriblemente chungo han acabado en los tribunales. Te sorprenderá (o no) saber que alguno de ellos no se bajaba del burro y defendía que lo que había hecho no era para tanto… incluso durante el mismo juicio.
Vale, ya está bien, olvídate de ponerte en el lugar del otro tío. Por unos minutos, ponte en el lugar de ella.
Un desconocido te conoce y sabe dónde vives.
¿Te das cuenta?
Nadie se merece pasar miedo y mucho menos porque nosotros pensemos que estamos en nuestro derecho de hacer algo que valoramos como perfectamente normal.
Es posible que pensemos que estamos siendo absolutamente encantadores cuando en realidad estamos aterrorizando a alguien. Para estar perfectamente seguros de que no vamos a causar ningún contratiempo o malestar a otra persona, lo mejor no es hacer las cosas de un modo o de otro modo, sino dejar de hacerlas totalmente. Tratar de ligar con alguien que no nos ha dado su número de teléfono de primera mano y que no nos ha dado pie a conversar con ella es, definitivamente, uno de esos escenarios en los que es mejor no hacer nada. No llames. No te pongas en contacto con ella. No violes su intimidad. Sigue tu vida. Ponte el último disco de Lendakaris Muertos, que tiene temazos.
¿Y la solidaridad obrera, qué?
Puede ser que el tipo que le ha hecho esto a la chica que lo ha denunciado hoy en Twitter se vaya a la calle. Poniéndonos en la piel de la empresa (sí, venga, no te hagas el remolón, va a ser solo un parrafito, hombre), este tipo de movida es lo que se conoce como crisis de reputación (¡Lo ha denunciado en Twitter! ¡Twitter es tope importante! ¡No queremos que nuestros clientes piensen que somos chunguis!) y lo más probable es que tenga un protocolo que incluya el despido del currela que (se) la ha montado gorda.
Hay por ahí quien le está llamando la atención a la chica por poner en peligro el trabajo del tipo, recordando casos anteriores (como una vez que un famoso se quejó de que una camarera no le trató adecuadamente) en los que una denuncia pública en redes sociales ha acabado en despido. Mientras que sí hay ocasiones en las que podemos poner en aprietos a un trabajador que no se lo merece (imagina que el mensajero te trae el paquete en mal estado, te quejas y lo echan a él, cuando la responsabilidad no es suya), en este caso parece claro que se va a caer con todo el equipo por haber violado la privacidad de sus datos. Lo que toca ahora es que él apechugue (con un poco de suerte, le dolerá más saber que lo que ha hecho es horrible que el despido) y nosotros apoyemos a la chavala… y aprendamos que no debemos utilizar el contacto de nadie sin su permiso, estemos quebrantando la ley o no. Sí, todo este post también vale si le has stalkeado el Facebook y has encontrado su número.
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